Friday, June 8, 2012

Calle 13 en la casa


Toda una pscicosis se vivió en Hermosillo el pasado 25 de mayo. Y es que la visita de una de las agrupaciones musicales con más arrastre en el universo Latinoamericano actual, Calle 13, no era para menos. En los días previos al evento la polémica se armó por la petición de canjear 80 latas de aluminio por una entrada para ver a los pueltoriqueños. El mismísimo Residente, vocal de la banda, intervino vía Twitter y sugirió que se canjeara la famosa pulserita por un kilo de arroz o frijol. Luego, el mero día del concierto, que las autoridades reprimen a dos padres de la guardería ABC por manifestarse en la plaza pública. Acto que sería repudiado frente a miles de personas por unos músicos que se caracterizan por apoyar causas sociales. 


Desde las 16:00 horas ya se sentía en Hermosillo una alineación de planetas; además de un clima, extrañamente agradable para las fechas, se sabía que casi a la misma hora del concierto de Calle 13 estarían en la plaza Bicentenario los tjuanenses de Nortec. El joven, y no tan joven, que estaba en Hermosillo desde distintas ciudades de Sonora, tenía para elegir entre dos extraordinarias propuestas para ponerle a su reventón un buen ritmo.


Todo dispuesto en una ciudad que generalmente es apática cuando se trata de un evento que no sea la Expogan.

Itinerario
Ya entrados en los primeros años de la maduréz, en pleno declive de una juventud que nos esforzamos en extender lo más que se pueda, mis amigos treinteañeros y yo estamos como chamacos esperando la hora para que “entre el que quiera”, siempre y cuando tenga su pulserita, al ansiado concierto de Calle 13. Pulseritas que fueron negocio para muchos pero que en la larguísima fila para entrar al evento la raza regalaba sin intereses capitales.


Encontrar estacionamiento una aventura, vecinos de la colonia Choyal haciendo su agosto. Un poco de pena, de ese sentimiento que hace que uno se sienta fuera de lugar, al ver los miles de adolescentes con sus atuendos reggaetoneros. Chavas con minis tan pequeñas como su edad, ensayaban pasos que acentuaban sus prematuros y sugerentes cuerpos. Jóvenes rapperos, fresas, rockeros, y no que otro wuarumo, se notaban emocionados.

Concierto
Ya frente al escenario el escándalo sube de intensidad. Para las 21:10 la multitud espera, ansiosa, que salgan sus íconos. Cada que el ingeniero de luces hace alguna prueba el alboroto no se hace esperar. Cada que algún técnico entra al escenario se escucha la exclamación de un público que espera que esta noche sea una “fiesta de locos.” No podría faltar ese recordatorio que hace sentir que después de todo los 30s no son tan culeis: en el micrófono una voz dice: “Raúl González, favor de pasar a la puerta principal, lo espera su mamá”, un ¡uuuuuuuu! unánime entre risas. El característico olor de la mariguana y un puñado de personas bebiendo agua y cola .

El conteo para que salga al escenario Calle 13 comienza a las 21:45 e inicia en el 30, 29, 28. Se habla de 15 mil personas pero aquí hay más de 20 mil. Quizá porque se hicieron miles de pulseritas apócrifas. 20, 19, 18. Solamente hay dos espacios de las gradas que no están llenos, y eso porque así se dispuso, cuestiones de seguridad. Desde nuestra perspectiva, a lado derecho del escenario, los demás rincones del inmueble lucen abarrotados. Miles de cráneos en movimiento hasta donde alcanza la vista. 5, 4, 3. Salen los músicos y cargan su instrumento como si cargaran un arma repleta de futuro. “Oye, Hermosillo”. La exclamación, por fin, explota. La primera rola es “El baile de los pobres”: “Yo no tengo plata, pero tengo cobre”. Quienes esperaban una banda conformada por dos personas, Residente y Visitante, están equivocados. Quienes esperaban reggeaton puro también se llevarán una sorpresa. Esto es más una fusión rock que recuerda a Mano Negra. “Musica cachonda, cacacachonda”.

Suena “No hay nadie como tú” y Residente se refiere a una revolución sin armas. Una revolución ideológica y de cambio de actitud. “Sólo con educación podlemos quitalnos de encima al facking gobielno, sólo con cultura creceremos como pueblo”.  Después la ideología queda atrás. En el escenario un grupo de músicos resuenan en miles de gargantas. “Beso en el desayuno”, “La perla” y “Vamo a portarnos mal” le hablan a un colectivo que por hoy ha despertado de su letargo (-IBR)