Monday, September 26, 2011

Las asociaciones culturales, Municipalitos



Entrevista a Iván Ballesteros Rojo
Por Magdalena Frías

Recientemente en el estado han surgido varios grupos artísticos que pretenden consolidarse como propuestas independientes, que optan por crear sus propios espacios de trabajo para promocionar sus creaciones y las de otros. En esta ocasión, Dossier entrevistó a Iván Ballesteros, egresado de la licenciatura en Letras Hispánicas de la Universidad de Sonora en la generación 2000-2005. Él ha fungido como escritor, editor y periodista dentro del ámbito cultural y ha enfocado su trabajo a la labor literaria. Actualmente forma parte de un grupo de creadores que se han reunido con la finalidad de instituir un órgano facilitador que permita la creación de foros artísticos de calidad, y sobre todo, que amplíe el espectro de posibilidades culturales en la región. El grupo se ha denominado Municipalitos y apuesta por una labor independiente, que renueve el panorama cultural hermosillense con nuevas propuestas. Iván Ballesteros es autor del libro de cuentos Monstruario, y forma parte de la Editorial Tres Perros. Actualmente es periodista, maestro y editor.
¿Qué consideras que eres?
IB: Soy escribiente, a veces soy un amanuense, aunque en ocasiones escribo cosas que me dicto a mí mismo. También edito La Revista de la Universidad de Sonora, es mi segundo número; así como el periódico cultural Vía Libre. Participo en la editorial Tres perros, donde hemos sacado dos libros. Me desempeño como reportero y escribo una columna en Primera Plana, denominada Breviario, cultura y cosas raras.
¿Qué es Municipalitos?
IB: Es una asociación que surge de las sobremesas que se hacen entre amigos; nos gusta la ironía y pensamos que lo que se considera cultura en la sociedad y se cataloga dentro de ésta es muy municipalito. Por ejemplo, no falta un festival cultural donde haya un flautista andino,  alguien que venda artesanía o el poeta de la ciudad que le escribe sonetos a la luna. Entonces, retomamos eso irónicamente –porque vivimos en una provincia muy alejada del centro–, con la intención de impulsar proyectos que realmente tengan un impacto y dialoguen con lo que se está haciendo a nivel nacional.
En relación a esto último que dices, ¿qué busca Municipalitos en dichos proyectos, cuáles considera como lineamientos culturales viables de apoyo?
IB: Propuestas sólidas que no sean municipalitas, donde realmente las personas que nosotros apoyemos como grupo tengan un discurso propio, independientemente que nos guste o no, en el que se note que dominan ciertas herramientas en el área que se dedican y ofrezcan un producto cultural de calidad.
¿Cuál es el programa a desarrollar con todas las artes?
IB: El proyecto en algún momento, Municipalitos, se convertirá en una asociación civil y bajará recursos internacionales con el fin de organizar festivales, presentaciones de libros, publicar obras, novelas gráficas –que aquí no se hacen–, periódicos críticos reales que no estén subvencionados por el gobierno para que no tengas que escribir lo que todos dicen y repiten; que no necesites de la publicidad del gobierno para subsistir.
¿Si Municipalitos no es una asociación, en qué etapa se encuentran entonces?
IB: Estamos en la etapa de hacernos de recursos. Ya van dos talleres que organizamos precisamente con esa intención. Ese dinero lo estamos guardando para completar el costo para darnos de alta como asociación civil. Tampoco nos obsesiona esta idea, ya que también seguimos haciendo cosas, dentro de poco vamos a hacer otro evento o un taller. El primer taller lo impartió Imanol Caneyada, fue sobre periodismo narrativo, y el segundo trató sobre el desencanto humano en obras cuentísticas de la narrativa contemporánea. Éste último fue moderado por Alfonso López y un servidor.
¿Cuáles son sus canales de difusión?
IB: La autopromoción principalmente. Facebook, correos electrónicos; también hay un blog: creadoresmunicipalitos.blogspot.com, ahí subimos las actividades que realizamos y las notas que escribimos. 
Dentro de la variedad artística de Municipalitos, ¿cuál sería lo próximo que tomará en cuenta aparte de la literatura?
IB: Un cineclub totalmente alternativo, que no tenga que ver con lo comercial. Lo está armando Imanol. También otro taller de cómic y uno de fotoshop, porque queremos que los jóvenes aprendan a realizar otros productos culturales aparte de los que andan rolando. Nos interesa no ser una escuela, pero sí ayudar a formar personas con perfil creativo.
Si Municipalitos es un grupo independiente, ¿cómo ves el panorama para que se desarrolle, y hablo de la sobrevivencia?
IB: Todos tenemos muchas actividades con las que nos ganamos la papa. No queremos lucrar, es un respiro y una pequeña aportación para no aburrirnos tanto en esta ciudad; de alguna manera platicar con la gente sobre cine, artes visuales, danza, lo que sea, eso nos nutre. Queremos hacer movimientos culturales alternativos.
¿Cuál sería el alcance de Municipalitos entonces, si mencionaste que se pretende tenga proyección internacional?
IB: Si Municipalitos se compromete… por ejemplo para ser apoyados por una ONG internacional, tendríamos que ser una asociación civil y cumplir con un proyecto, es decir, realizar una serie de actividades culturales de impacto directo durante un tiempo determinado.
¿Cuál es la relación con la institución?
IB: Ya sabemos que en Hermosillo hay una plaga de mafias, por decirlo de alguna manera, culturales, unos y otros se tiran tierra muy velada, pero no hay realmente un diálogo crítico. Las personas que se acercan a la institución lo hacen para llevar talleres o en sí sus propuestas, que igual son viables pero realmente son muy sordas, nadie se entera de nada. Yo también he dado talleres y creo que lo seguiré haciendo; más bien me refiero a que las ofertas culturales propuestas por la institución son temporales, o sea, en verano, en la feria del libro, y todo lo demás qué. Hay un gran vacío cultural y también una necesidad.
Para llevar a cabo esto se necesitan espacios, ¿cuáles son los que ha tenido Municipalitos?
IB: Hemos recibido el apoyo de la preparatoria Paulo Freire, que es un gran espacio. También desde el 2009 hemos estado haciendo actividades en la Casa Gregorio: exposiciones, presentaciones de teatro, performance, teatro; hemos traído a escritores extranjeros a presentar sus libros aquí. También hemos llevado talleres a varias escuelas y promocionado a alumnos de la Universidad.
¿Qué función tienes en Municipalitos?
IB: Todavía no tenemos un organigrama, pero mis compañeros por ahí me postulan para ser el director de Municipalitos.
¿Cómo se relacionan o incorporan otras personas?
IB: Todo es por gente que se acerca pero Venecia López, Imanol Caneyada, Leonel López, Alfonso López y Mariel Fernanda Zamora, esta última como consejera legal, somos quienes nos estamos organizando. Esto sería únicamente la cuestión formal porque Municipalitos somos muchas más personas. Gente con la que tenemos en común el hartazgo y el aburrimiento de lo que pasa aquí, que no es mucho.
La cultura se tiene que ofrecer de manera profesional, dejar de ser municipalitos; dejar de tener la idea de que pones una tabla blanca y dices que se ofrecerá algo y ya. Algo que apueste por causar un impacto en el público.
¿Cómo ves el panorama para ustedes, es decir, que la gente se enfrente con un proyecto así?
IB: Hay propuestas inéditas en la región además de Municipalitos, como Andamios, el taller Leviatán, el del maestro Osuna, etc., y cada vez hay más público. La necesidad siempre va a estar porque no hay nada que la cubra, la gente irá a verlos porque tiene hambre de esto.
¿Cuáles son sus próximas actividades?
IB: En un futuro daremos talleres, armar algo multidisciplinario. De aquí al término de este año pretendemos sacar dos publicaciones más con la editorial Tres Perros. Municipalitos es un facilitador, ayuda a que sucedan las cosas; si se tienen los recursos Municipalitos apoya a las personas que se acerquen.
Los grupos están, el problema es que confundimos cultura con cuestiones campechanas y la cultura define la identidad de las sociedades y si queremos dejar de ser bailadores y norteños recalcitrantes vamos a hacer otras cosas. Hay que empezar a generar polémica, que se mueva esta ciudad; se trata de hacer algo inédito como construir canales críticos que comenten las manifestaciones culturales. 

(Entrevista aparecida en Dossier político) 

Monday, September 12, 2011

Días para el desencanto

Hace unos días impartí, junto al escritor Alfonso López,  un taller sobre narrativas del desencanto. Todos los asistentes fueron personas que hacían algo. Es decir, algo creativo, desde sus respectivos oficios. Fotógrafos, performanecer@s, escritores, educadores y artistas visuales. Amigos, además. 

Preferiría no hacerlo
Iniciamos el taller con el cuento de Herman Melville, Bartleby el escribiente. Esa historia sobre la negación del mundo. Sobre mirar el infinito en una pared blanca. Ese cuento donde el personaje principal, Bartleby, preferiría no hacerlo (independientemente de la acción que tuviera que realizar). Para Bartleby ninguna actividad humana merece la pena ser ejecutada. La neutralidad apabullante, la apatía y banalidad de nuestras sociedades contemporáneas, son elementos anticipados en esta ficción de finales del siglo XIX. 

Pez banana
Después nos adentramos en la hilarante historia de Seymour Glass, Muriel y Sybil. Uno de los mejores cuentos que se hayan escrito, Un día perfecto para el pez banana. J.D. Salinger, su autor, uno de los escritores más enigmáticos. Atacado por el síndrome Bartleby el también creador de El guardián entre el centeno, novela preferida de por los paranoicos, decidió desaparecer de la escena con apenas cinco libros publicados. En un día perfecto… Salinger pronostica a las sociedades hiper consumistas del capitalismo tardío. Zombis triviales que se preocupan por nimiedades; además de presentarnos un personaje atormentado, psíquicamente, por las imágenes de la guerra. La constante, y millonaria, guerra norteamericana. El final de este cuento es quizá el desencanto total. La negación más abrumadora.

Si me necesitas llámame
A inicios de los ochentas un escritor revolucionaba la narrativa. Influenciado por la literatura Rusa de siglos anteriores, Raymond Carver, y su visión caustica de la realidad estadounidense, entregaba una obra demoledora. Una obra donde no hay concesiones ni espacio para la tregua. El hombre ha quedado ante su bastión final, el desasosiego. Es así que en el cuento, Si me necesita llámame, se narra el último intento de una pareja cansada que decide retirarse a una casa de campo para tratar de salvar su matrimonio. Un par de caballos en la niebla y todos los sueños rotos de los protagonistas nos recuerdan el cambio de curso que ha dado nuestra civilización. Un cambio donde instituciones como la familia, la pareja, el amor, el progreso y el otro están al mismo nivel que el dinero, la soledad, la abulia y la conveniencia.  Un excelente cuento que marca el momento en el que comenzamos a divorciarnos y a dejar a nuestros hijos en manos de extraños.

El observador de caracoles
Patricia Highsmith fue conocida como la dama del horror. Los ambientes en sus cuentos son perturbadores y sus personajes extraños y obsesivos.  En El observador de caracoles un hombre decide olvidarse de todo para entregarse a la observación de babazas y cómo éstas hacen el amor. Es un mundo claustrofóbico el que sirve a Highsmith para filtrar la complejidad de la naturaleza humana. Una que, habitualmente, nos entierra en nuestras propias filias.          

El ojo silva
En este cuento del chileno, Roberto Bolaño, se nos narra la historia, tristísima, de un fotógrafo gay. Un  fotógrafo que viaja a la India y se entera de rituales incompresibles donde unos niños son castrados. La historia de cómo el Ojo se hizo mamá nos llevará a comprender a una generación marcada por el autoritarismo y el odio, la generación de los setentas. Una generación que aún sigue huyendo de sus fantasmas.

Pájaros en la boca
A sus 32 años la argentina, Samanta Schweblin, es una de las escritoras más interesantes y sobrecogedoras de la narrativa contemporánea. Su libro de relatos, Pájaros en la boca, es inquietante. En el taller del desencanto discutimos Conservas y Cabezas contra el asfalto.  El primero es una pieza perfecta y estrujante. Un viaje a la semilla y a la negación. La cordura y la sensibilidad humana en tela de juicio son tema del segundo. La ira y la intolerancia del hombre como signos de nuestros tiempos.

Una generación quemada
Los nacidos en los noventas, así como los concebidos en los albores del siglo XXI, son reconocidos como la generación quemada. La generación cuyos padres son personas que ven los fines de semana. Padres comprometidos con sus carreras y ocupaciones. Padres que han dejado la olla hirviendo en la cocina y cuyos hijos, curiosos, se la han derramado en el cuerpo. Hijos marcados por el descuido. Hijos que reciben cheques mensuales en vez de cartas con motivos. Hijos de llamadas telefónicas breves. Resentidos y habitantes de un tiempo profundamente violento.  Esos hijos, esa generación de muchachitos quemados son los que se presentan en Encarnación de una generación quemada, un  genial cuento de David Foster Wallace, el escritor suicida más célebre de los últimos tiempos.

La literatura, se ha dicho hasta el cansancio, es una actividad que sirve para filtrar al mundo. Un mecanismo que se anticipa a la sociología y a la historia. Un buen pretexto para penetrar más en días de desencanto y, en el intento, desaparecer.      

(IBR)

Tuesday, September 6, 2011

Parámetro Ciego, la mirada oscura que arroja nuevos significados





De las propuestas estéticas más arriesgadas y experimentales de todas las expresiones artísticas que tienen lugar en la región, ninguna tan potente como la generada por la danza contemporánea. Basta nombrar a compañías como Quiatora Monorriel y La lágrima para darnos una idea de lo conceptuales que pueden llegar a ser los coreógrafos en nuestro estado. 

El cuento del narrador uruguayo, Felisberto Hernández (1902), Menos Julia, resume, para quien esto escribe, la experiencia de presenciar mucha de la danza contemporánea que se ejecuta en Sonora. Y es que Felisberto nos introduce en un mundo táctil y ciego. Un mundo de sensaciones que dispara la imaginación, ese motor de vuelo que tenemos los seres humanos, transportándonos a una realidad alterna, la de cuerpos tratando de descifrar el vacío. La de cuerpos comunicándose con la nada. La de cuerpos entrando en la dinámica del ritmo.

En Menos Julia los protagonistas caminan por un túnel obscuro donde hay mujeres y objetos. El acto consiste en otorgar nuevos nombres a las cosas que se tocan entre penumbras. Unos zapatitos de niño, un tomate, una media de mujer, una máquina de escribir, un huevo de gallina, una vejiga inflada, un rostro hermoso y una caja de botines conteniendo un pollo pelado, son objetos que al ser medidos con la ceguera se potencializan, se disparan en nuevos e infinitos significados.

El pasado 28 de agosto presencié Filia y Habitual, dos coreografías dirigidas y creadas por Ernesto Contreras. Después de ver las piezas tuve la sensación de nombrar las cosas desde una distancia abrumadora. Y es que el cuerpo es un túnel viscoso y oscuro que los ejecutantes de estas coreografías van escalando para poder llegar a sus músculos y completar un mensaje sin palabras. Un mensaje que sugiere el movimiento y la expresividad. Un mensaje que hace las veces de metáfora visual. Una metáfora que se nos insinúa en forma de danza. Una metáfora que intenta aportar elementos para el quimérico develamiento de un misterio intenso y perturbador, el misterio de la naturaleza humana.

Las coreografías, interpretadas por Areli Cornelio, Dulce Martínez, Isabel Rangel, Gilberto Castro y Jorge Motel, son piezas multidisciplinarias, sombrías. Filia es más un juego de espejos en movimiento que los intérpretes, poseídos por el ritmo de sus cuerpos, van ejecutando coordinadamente. La transmisión de mensajes en esta pieza no es tan clara y poderosa como en Habitual, donde la violencia, el erotismo y la fuerza nos recuerda aquello que decía el filósofo francés Georges Bataille: “Lejos del mal los seres se marchitan”.    

Parámetro Ciego es una compañía que indaga en el abismo de lo ordinario, quizá, como en el cuento Menos Julia, para disparar nuevos significados sobre la condición humana. Sobre las relaciones y filias de las personas. Habitual será presentada en la próxima edición del Festival Cervantino. Desde aquí auguramos éxito en un foro tan importante.